Ficha:
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- Mapa de situación:
15 km, 00:00:00
- Descripción:
Meses de preparación hasta que ha llegado la fecha que nos habíamos fijado. El día 27 de Agosto tomamos rumbo a los Alpes franceses de la zona de Chamonix. Tras unas 12 horas de viaje entramos en el profundo valle donde se asienta el bonito pueblo alpino, bajo el macizo del Mont Blanc. Todavía el sol ilumina los altos y nuestros ojos descubren asombrados algunos de los picos que se asoman al valle. Hay que levantar la vista hacia el cielo para poder contemplar sus afiladas puntas. Nada parecido habíamos visto a lo largo de muchos años de experiencias montañeras. La aguja del Midi, con sus 3842 m, destaca altiva desafiando al cielo con su puntiaguda cima. Nuestra intención es hacer rutas montañeras por zonas donde la nieve hace tiempo desapareció por la fuerza de los soles veraniegos, como entre los 2000-2500m. de altura. No nos sentimos preparados para atacar cimas superiores donde los hielos no se retiran nunca.
Durante el desayuno del día siguiente, 28 de agosto, el dueño del chalet donde nos alojamos en Les Houches, pueblo anterior a Chamonix, nos confirma que la ruta que nos hemos fijado es perfectamente factible y sin problemas. Subiríamos por el teleférico a BELLEVUE(1780m.), para por debajo del glaciar de Bionnasay ascender al Collado de Tricot (2120m.), descender a continuación al valle de Miage (1550m.) y atravesando la garganta de Gruvaz por su parte alta descender a Le Champel (1220m.) y volver a remontar por el valle de Bionnassay de nuevo a Bellevue a tomar el teleférico. Como unas 7 horas de travesía de unos 16 km. de trazado.Cuando llegamos al collado de BELLEVUE las cumbres altas se hallan cubiertas de nubes. Nieblas oscuras cubren los altos y las verdes laderas trepan hacia arriba hasta desaparecer a nuestros ojos mecladas con las nieves y las grises nieblas.
La METEO no nos es favorable. Pero continuamos. De la estación GARE del tren cremallera parte la senda que tomaremos hacia el Col de Tricot. La senda discurre decidida por debajo del Monte Lachat hacia el chalet de l’Are y de este desciende a la PASARELA que atraviesa sobre el embravecido arroyo que nace un poco mas arriba, del final del glaciar de Bionnassay. Toneladas de hielo que descienden lentamente, con lentitud de siglos, laderas abajo, para finalmente licuarse en un proceloso torrente que discurre a nuestros pies y precipitarse aguas abajo por el valle de Bionnassay. El Fragor de las aguas recién nacidas llena completamente el valle. No podemos menos de sobrecogernos ante semejante demostración de fuerza. Continuamos por la senda perfectamente balizada que nos ascenderá al COLTRICOT, collado de Tricot. La cima del monte Vorassay queda a nuestra derecha. Hacen su aparición las primeras gotas de lluvia. Algún compañero quiere retroceder. De frente a nuestros pies, como a 500 m. abajo, se extienden las praderías de MIAGE. Se impone el deseo de naturaleza y continuamos la travesía ladera abajo hacia el refugio de Miage. Según descendemos, la lluvia se transforma en tormenta y los truenos rompen contra las montañas que nos rodean. Tiene algo de mágico el momento. No en vano nuestros antepasados deificaron las montañas. Zeus tronante reparte rayos y truenos desde la altura. Cuando llegamos al refugio de Miage la tormenta nos concede un respiro.
Pedimos unas cervezas en nuestro “perfecto francés”. Durante nuestro explicoteo con el dueño del refugio una guapa morena se dirige a nosotros en “perfecto castellano”. Ana, una murcianica morena, salada y andaluza acude en nuestra ayuda al oírnos chapurrear la lengua de Baudelair. No habíamos visto una cara tan guapa desde que salimos de España. Nos libamos las cervezas en un plis plas, y sacamos de nuestras mochilas el surtido de ibéricos, oro puro, que han cruzado la frontera con nosotros. Ana es nuestro salvoconducto y podemos utilizar las mesas del refugio para nuestro particular picknick. De nuevo la tormenta viene a aguarnos la fiesta. Rayos y truenos a raudales. ¡Y el agua a pozales!. Tropecientos mil litros por metro cuadrado caen sobre las praderas de Miage. La luz oscurece con el agua que cae. Zeus no perdona nuestro atrevimiento de hollar sus dominios…¡Pero no podrá con nosotros! En unos veinte minutos las aguas escampan y continuamos nuestra ruta, no sin antes robarle un besico a Ana, como despedida. Una estudiante murciana que pasa sus vacaciones a 1500m. en el macizo alpino para aprender francés y ganar un duro. ¡Chapeau por tí, Anica!
Por encima de las Gorges de Gruvaz nos dirigimos a LA CHAMPEL, un pequeño grupo de chalets a 1200 m. de altura. El sendero se halla virtualmente tragado por un bosque de abetos cuyas ramas cuelgan perezosamente sobre el sendero acariciando en ocasiones nuestro rostro. Doblamos a nuestra derecha en La Champel para comenzar a ascender el valle de Bionnassay, que a la mañana habíamos cruzado en su cabecera por la PASARELA. La pista asciende suavemente sobre el valle en dirección este hasta los 1431m. donde torcemos a nuestra izquierda hacia el puente PLACES donde volvemos a cruzar el desbocado torrente que vimos nacer arriba en la pasarela. Vamos ascendiendo suavemente hacia Le Planet cuando de nuevo la tormenta, y van tres, comienza a rugir a nuestras espaldas. Nos tenemos que volver a cobijar en un chalet que nuestra particular Ada Madrina pone en nuestro camino. Los canalones del chalet no pueden tragar tanta agua. Las bajantes escupen agua por todos los costados. Y nosotros acurrucados bajos los alerones del chalet; no hay nadie dentro. Pero como siempre que llueve escampa, Zeus se tiene que joder en su intento de calarnos los huesos.
Cuando llegamos de nuevo a BELLEVUE nuestras ropas están perfectamente secas. Es nuestra particular victoria contra el macizo alpino. Las caras de los montañeros que encontramos en la estación del teleférico son todo un poema. La frustración se refleja en su mirada. Prácticamente nadie ha podido ascender a la cima de Mont Blanc. Las ventiscas han azotados las cimas y los mas osados se han vuelto del refugio de Vallot. Alguien comenta que dos montañeros y tres guías han continuado hacia la cima. Nadie sabe nada de ellos. El dios del Mont Blanc no quiere visitas. Está cansado de ellas. Nosotros nos sentimos tan orgullosos de la travesía realizada que no podemos por menos que abrir una botella de Goyo Garrido, de La puebla de Labarca, rioja of course, y que nos soplamos allí mismo en la GARE del teleférico mientras esperamos nuestro turno de descenso. La ponemos una paja a la botella y al aire. Unos americanos allí presentes aplauden nuestra gesta; la de la botella, no la de la montaña. Nuca han visto trasegar vino IN THAT WAY. No les podemos ofrecer un trago porque somos cinco y la botella no da para mucho. Quedamos en hablar con Goyo Garrido, de la Puebla de Labarca, para que haga las botellas mas grandes.
- Fotografías:
Comentarios:
Oketa ( 1035 m.).
Ruta del Cares.
Ruta del Cares.
Vignemale (3290 m.) desde Pont D'espagne.
Vignemale (3290 m.) desde Pont D'espagne.